jueves, 30 de octubre de 2008

DESCIFRANDO LOS JEROGLIFICOS MAYAS


Otra muestra de su genio fue el sistema de escritura jeroglífica que desarrollaron. Los glifos adornan las estelas y templos en todo el Mundo Maya; hoy se sabe que los mayas erigían estelas para conmmemorar hechos históricos. La interpretación de los glifos era un tropiezo mayor para los mayanistas hasta hace 20 años, cuando un equipo de arqueológos de México y Estados Unidos descifró un código en Palenque, en el estado de Chiapas, México. Desde entonces los arqueólogos han traducido muchas secuencias de glifos e incluso han identificado a algunos de los gobernantes en ciudades tales como Palenque y Yaxchilán (Chiapas) y Piedras Negras y Tikal (Guatemala). La famosa Escalera de los Jeroglíficos en Copán es otro ejemplo destacado del uso de la su lengua -se trata de en un monumento que conmemora los logros de la dinastía real y es probablemente el relato escrito más grande acerca de la historia de la civilización maya.
Por desgracia, muchos códices mayas escritos en piel de venado o en papel amate, hecho de corteza de árbol, fueron destruidos a causa del fanatismo religioso de los sacerdotes españoles durante los autos de fe en el siglo XVI, otros sucumbieron a los estragos del tiempo. Hasta la fecha se han recuperado sólo tres de estos códices, entre ellos el famoso códice Dresden. A través del estudio de estos códices los arqueólogos han descubierto pasajes mitológicos de historia, religión, astrología y ciencias. Por ejemplo, el códice Dresden contiene información sobre eclipses y los movimientos de Venus. Los mayas también mantenían una rica tradición oral que en alguna medida forjaron su cultura y que se acentuó cuando los códigos fueron destruidos. Un texto del antiguo "Popol Vuh" o Libro de Consejos, es un manuscrito escrito en la lengua maya de la región del quiché, Guatemala que fue descubierto por un fraile español en el siglo XVII y rescatado del olvido. Traducido al español por el fraile, el "Popol Vuh" es la historia maya de la creación en la que se describe cómo los dioses formaron la tierra a partir del caos y crearon la luz y la vida. Después crearon al hombre del maíz para que fuera el guardian del universo. Hasta hoy, los mayas todavía consideran a la tierra como sagrada y el maíz aún es la base de su alimentación. En Yucatán, México, fue hallado y todavía se conserva, el "Chilam Balam", un libro de historia, astrología, medicina y profecías en lengua maya, pero que usa escritura española en vez de glifos.

sábado, 25 de octubre de 2008

Proyecto arqueológico México-Guatemala


TIKAL, Guatemala - México ofreció apoyo a Guatemala para desarrollar el ambicioso proyecto de conservación arqueológico denominado "Cuatro Balam", que involucra las reservas de la biosfera maya, en el norteño departamento de Petén.
'Cuatro Balam'
"En cuanto este proyecto haya sido echado a andar, vamos a gestionar apoyo con el sector empresarial de México para lograr que se cumplan los objetivos del Gobierno guatemalteco", señaló la secretaria mexicana de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa.La canciller mexicana hizo el ofrecimiento al presidente guatemalteco, Álvaro Colom, al cierre de la reunión sostenida en la ciudad maya de Tikal, en la que también participaron los gobernadores de los estados del suroeste mexicano Campeche, Chiapas y Tabasco.Espinosa señaló que "es importante" trabajar en la conservación de las riquezas arqueológicas heredadas de la milenaria cultura maya, que comparten ambos países.

sábado, 18 de octubre de 2008

Umbrales sagrados: una visión de los cenotes, de objetos de uso cotidiano de los mayas y otros hallazgos, en el Museo del Templo Mayor


La muestra Umbrales sagrados, portales mágicos. Cuevas y cenotes mayas, conformada por objetos de uso cotidiano, los restos de la mujer más vieja de América, fósiles de dinosaurios y rifles de la Guerra de Castas, ofrece la visión del pueblo maya, que consideraba los cenotes como portales cósmicos que permiten la entrada a diferentes mundos, señala el director de Estudios Arqueológicos del INAH, Luis Alberto Martos. La exposición se presenta en el Museo del Templo Mayor y reúne 200 objetos que fueron hallados en cuevas o cenotes de Xcaret (Quintana Roo), Chichén Itzá, las grutas de Balamkanché y de Chaac (Yucatán), así como en las cuevas de Sierra Tapijulapa (Tabasco). “Es la primera vez que se lleva a cabo una muestra de estas características”, señala Alberto Martos.Dentro de la exposición, dice, por primera vez se exhiben los restos de la Mujer de Najarón, que datan de hace más de 11 mil años y son considerados los más antiguos de América, además del cráneo de la Mujer de Palma –de 10 mil años–, cuando las comunidades que habitaban la zona eran recolectores y aún no formaban el pueblo maya. Sobre la fauna de la era pleistocénica que habitaba la zona, explica, se presentan un gonfoterio, especie de mamut, el dientes de sable –prestados por el Museo del Desierto de Coahuila–, un caballo y un tapir. El también curador de la exposición Alberto Martos señaló que una parte de los objetos de cultura maya datan del año 150 a.C. hasta la Conquista. “Tenemos platos, vasijas, incensarios, esculturas en estuco, así como piezas de ornato hechas de cobre, concha y pirita”. Del periodo colonial, añade, están algunas tinajas y, del siglo XIX, dos rifles que se usaron durante la Guerra de Castas, cuando algunos rebeldes mayas se escondieron en los cenotes. EL MUNDO RITUAL. Alberto Martos explica que la muestra conforma parte de la visión del mundo maya y sus ritos. “No sólo se presentan objetos del mundos material, sino también la significación que tenían con los dioses cada una de las piezas”. En los cenotes, con su ambiente oscuro, con agua y frío, el pueblo maya desarrolla el ambiente del momento de la creación, por ello arrojaban huesos humanos, especialmente de las dinastías, para que renacieran en otros planos, agrega. Actualmente, explica, los cenotes y cuevas siguen siendo centros de veneración y culto, con el agua como don principal. “Son espacios que se convierten en el paso del plano terrestre al inframundo, además de un medio para tener comunicación con las divinidades”. En lengua maya, ts’ono’ot o d’zonot significa caverna con depósito de agua. Conocido como cenote, es la puerta que conecta al inframundo –Xibalbá– o con las divinidades, además de ser el sitio donde arrojaban enseres simbólicos para obtener beneficios o se realizaba la máxima ofrenda: el sacrificio humano para los dioses. Se situaban al lado de templos donde se hacían rituales para favorecer la fertilidad o la lluvia. Finalmente, explica que la exposición esta dividida en cinco salas: Introducción, Cuevas y cenotes como ventanas paleontológicas, Cuevas y cenotes como ventanas arqueológicas, Cuevas y cenotes como ventanas históricas y Técnicas para el registro arqueológico en cuevas y cenotes, y es una narrativa de esta parte de la cultura maya.

lunes, 13 de octubre de 2008

Indígenas Maya de Guatemala, hartos de promesas políticas.


Según Amílcar Pop, presidente de la Asociación de Abogados Indígenas, “poner la canción del rey quiché y la bandera de los cuatro pueblos no cambia la realida, sino parece que para otro tipo de decisiones importantes no hay voluntad”. “A 10 meses de gobierno no ha habido una decisión importante, solo folclorismo”, enfatizó.
Pop reconoce que ha sido consultado como abogado indígena por funcionarios de la UNE para asesorarlos en temas específicos, pero parece que no hay interés en la bancada mayoritaria en aprobar las leyes acerca de los pueblos indígenas. “Se han priorizado otros temas, y las instituciones consideradas indígenas, que ya existían en las otras administraciones, no han sido fortalecidas, pues no tienen presupuesto ni apoyos técnico y político”, añadió.
Domingo Hernández Ixcoy, parte de la coordinadora Waqib´Kej, aseguró que “lo que ha hecho el gobierno hasta ahora es culturizar las demandas de los pueblos indígenas, debido a que permite que usemos nuestra vestimenta, que hablemos nuestro idioma o que hagamos nuestras ceremonias, pero no nos incluyen en el gabinete para decidir el presupuesto o la política internacional”.
Sobre las ayudas económicas y la priorización de los 45 municipios más pobres del país —medida anunciada en beneficio de los indígenas—, Domingo cree que se corre el riesgo de que se genere una opinión desfavorable hacia los pueblos indígenas, “pues parece que viviéramos de lo que da el gobierno, y lo que nosotros necesitamos es que nos paguen un salario justo y poder vivir de nuestro trabajo, algo que sigue sin suceder”.
Hernández aseguró que los pueblos indígenas tienen demandas propias, pero que éstas incluyen toda la sociedad guatemalteca, pues la pobreza no es patrimonio exclusivo de los indígenas.

jueves, 2 de octubre de 2008

Leyenda El Hanincol


Mucho tiempo perdí tratando de concurrir a una ceremonia india, a una hanincol (comida de milpa) que hacen los mayas con el objeto, unas veces, de agradar a los dioses, y otras, de desagraviarlos. Había rogado a los hechicero que me permitieran la entrada, pero todos se habían negado porque yo también me había negado a que me santiguaran: (santiguar es someter a una persona a ciertos baños, con hierbas, hechicerías, etc.) En las ceremonias de las comidas de milpa se admite a mujeres cuando se va repartir el alimento. Al fin me resolví a todo y lo comuniqué al men. Así fue como logré concurrir a la comida. Y ahora les narraré lo que ví; lo que oí no, pues fue todo en maya, idioma que no entiendo.
La ceremonia se hizo en un pueblo llamado San Juan Bautista Sahcabchén o Alto Sahcabchén, por estar ubicado en la cresta de un cerro de roca viva.
El maestro de la escuela, un joven llamado Mario Flores Barrera, me avisó con anticipación; llena de alegría caminé a caballo toda la noche en que la Luna plateaba los árboles y alumbraba el camino.

Llegué al amanecer. Allá arriba estaba el pueblo. Subí a él, llamé a una puerta y al punto asomó su risueña cara el maestro, que me saludó.

Hoy será la fiesta, me dijo con acento de satisfacción. Nos desayunamos con pan y café y luego me llevó a la casa del men, quien me recibió solícito, pero desconfiado.

¿Está resuelta a le santigüen?, me preguntó.
El maestro me miró, incrédulo de que pudiera aceptar eso.
Sí le respondí, y en pocos minutos quedé santiguada y oliendo a romero y ruda.

Salimos los tres y nos sentamos en el brocal de un pozo, y el hechicero contestó así mi interrogatorio.

-¿Por qué harán el hanincol?
-Para desagraviar a los dioses.
El dueño de la milpa que se ha de sembrar tiene un hijo enfermo, señal del disgusto de del Nohoch-Tat (Gran Señor).

Luego me enseñó varias palabras mayas, el nombre de los vientos, etc., para que pudiera entender, y me llevó a la casa donde el muchacho estaba enfermo.

¿Quiere verlo?, me dijo. Sí le respondí.
En una hamaca estaba el joven calenturiento. El men le preguntó por su salud, y él casi no contestó. Su ánimo estaba caído más que por la fiebre, por el temor de que le hubiera castigado el dueño del monte. El men sacó de su morral un bollo de pozole lleno de moho que de amarillo pasa a verde. Lo mezcló con agua, lo endulzó con miel y se lo dio al enfermo.
Las mujeres de la casa, durante la noche, mojan maíz y lo muelen en metates para hacer una bebida refrescante llamada sacab. Este se reparte entre los que van a asistir a la ceremonia.

En la ocasión a que me refiero me dieron una ración, por la cual me sentí invitada. Marchamos luego a la ceremonia o que diga, adonde iba a efectuarse.

El dueño de la sementera y sus trabajadores estaban ocupados. Unos abrían una fosa en la tierra; otros, en grandes calderos cocían maíz, frijol y tostaban semillas de calabaza, que molían luego para formar una masa de estos tres productos, la cual recogían en bolas.

Teniendo ya las bolas sobre hojas de roble o plátano, se extiende primero la masa de maíz haciendo una tortilla grande y se forma una de semilla de calabaza: luego, una de frijol, y así sucesivamente, hasta llegar a nueve.

Estos huahes (panes) se envuelven en las mismas hojas; uno de ellos es más grande que los otros. Mientras esto se lleva a efecto, en la fosa abierta se ha colocado gran cantidad de leña , que arde y calienta casi hasta calcinar algunas piedras grandes. Por otro lado, en ollas también grandes se cuecen pavos y gallinas, y en un caldero se hace el cool (atole salado). En un caldero se pone el caldo de gallina y pavos, destinado a preparar el chocó; (caliente).

El men, con toda parsimonia, toma dos velas que enciende, y, seguido de unos hombres que llevan en tablas los huanes (panes) y de todos los invitados, llega a la ardiente fosa. Y dice así: lakín-ik, xikín-ik, nohol-ik, xamán-can (vientos del oriente, del poniente, del sur y del norte; sed benévolos). Luego hace mil contorsiones, brinca de un lado para otro de la fosa, saca con las manos, del fuego, las candentes piedras, y sólo deja unas en el fondo, sobre las cuales se colocan los panes. Las piedras extraídas se acomodan encima y se recubre la fosa con tierra y gajos de roble.

Retornan el brujo y su comitiva al lugar primitivo, donde se ha colocado una mesa, que tiene encima una cruz cristiana, tres velas grandes, tres medianas y tres chicas. También hay incienso, rudas, albahacas, flores, dulces, cigarrillos, etc.

Se han llevado ala mesa los pavos y las gallinas condimentadas y cocidas. Debajo de la mesa está el gran caldero de cool, el jugo de gallina y pavos, etc.

El men parece perder su personalidad de hombre, y en medio de gesticulaciones y contorsiones, conjura a los vientos malos y llama a los buenos; levanta en sus manos las ramas de albahaca y ruda, y blandiendo la cruz cristiana aleja a los vientos malos. como regalo a los buenos arroja a los cuatro vientos jicaradas de miel y balché. Luego cae en éxtasis, oculta su rostro entre las manos, y tomando enseguida el inciensario, marcha hacia la fosa; al llegar a ésta levanta aquél al cielo y muchas manos de hombres destapan la fosa, de donde extraen los huanes.

Todas caminan hacia la mesa y el brujo cierra la procesión.

El pan más grande es el que se pone en una mesita aparte. Apenas desenvuelto, muchas manos arrancan trozos, hirvientes aún y los depositan en el caldo de pavos y gallinas, donde otras manos lo baten y disuelven. Así se prepara el chocó . Terminado esto, el men reparte entre los concurrentes balché en jicaritas. Hay que tomarlo, pues es malo tirarlo o despreciarlo.

Luego el hechicero da a cada persona presente un cigarro gigante, al que debe darse dos o tres fumadas. Esos cigarros son recogidos por un brujo en hojas de almendro o higuerilla, con el fin de que sus manos no los toquen, los lleva ala mesa y los riega con brebajes. Inmediatamente se toma a todos los niños que han asistido a la ceremonia y se les pone de rodillas, con las manos cruzadas sobre el pecho.El men les da balché dulce, chocó , cool, dulces, trozos de pavos, pero todo en la boca. (Los niños representan a los aluxes, y el men les da de comer con la mano, ellos no pueden tocar nada con las manos). Terminada esa comida, se aleja a los niños, y con una jícara grande se pone una buena ración de todo lo que hay, de lo mejor, un gran trozo de pan y los cigarros, todo lo cual toma el men pues es la ofrenda destinada al Nohoch-Tat (padre o dueño del monte). El hechicero llega a la fosa y en el centro de ella coloca la jícara grande y todo lo demás.

A una señal del men la fosa es cubierta de tierra y casi ni queda señal de ella. Se cree que durante la noche el dueño del bosque tiene allá su banquete, y que sus hijos, los aluxes le hacen compañía y fuman en rueda sus cigarros.

Cuando el men vuelve al lugar de la comida, todo se transforma en fiesta, se reparte lo que aún queda, se da al dueño de la milpa, a sus hijos y trabajadores, de todo lo que hay, y luego a los visitantes. Esta es ya la comida terrenal. Todos comen, todos beben. El men viene a mí con una pierna de pavo en la mano y me dice: ¿No come?, y me trae un trozo de muslo de pavo.

Yo estaba sentada en una hamaca suspendida en medio de dos árboles, especialmente para mí, frente a la mesa de la ceremonia. Era tal mi proximidad a la mesa, que materialmente estaba bañada en miel y balché, pues me salpicó el men cuando arrojó esos líquidos al aire.

Terminó la ceremonia -me dijo el men-. El enfermo está curado.

Entre los comensales vi a Pedro, que comía y reía con mucha gana.

Pedro -dijo el men- ven aquí, pues quería demostrarme su poder. El muchacho obedeció la orden. Ya no tenía calentura y había recobrado la salud.

En ese momento di la razón al men y al enfermo. Estaba curado. Había que reconocerlo.

Mas luego pensé que ese hombre sagaz aprovechaba la ignorancia y fe de los descendientes de los xius y cocomes.

Me retiré pensativa. Soy una de los que creen que lo más de los indios mayas no padecen ciertas enfermedades gracias a que ingieren frecuentemente, las dosis de penicilina que se encuentran en el moho del pozole, que siempre comen con sal en sus milpas.

¿Se curó el muchacho? ¿Sería por el favor de los dioses o por la acción de la medicina que le dio el men en el pozole?

Tal vez ni el hechicero lo sepa. Tal pensaba yo después de la peregrina ceremonia que me dejó la impresión de un sueño fantástico.