sábado, 18 de octubre de 2008

Umbrales sagrados: una visión de los cenotes, de objetos de uso cotidiano de los mayas y otros hallazgos, en el Museo del Templo Mayor


La muestra Umbrales sagrados, portales mágicos. Cuevas y cenotes mayas, conformada por objetos de uso cotidiano, los restos de la mujer más vieja de América, fósiles de dinosaurios y rifles de la Guerra de Castas, ofrece la visión del pueblo maya, que consideraba los cenotes como portales cósmicos que permiten la entrada a diferentes mundos, señala el director de Estudios Arqueológicos del INAH, Luis Alberto Martos. La exposición se presenta en el Museo del Templo Mayor y reúne 200 objetos que fueron hallados en cuevas o cenotes de Xcaret (Quintana Roo), Chichén Itzá, las grutas de Balamkanché y de Chaac (Yucatán), así como en las cuevas de Sierra Tapijulapa (Tabasco). “Es la primera vez que se lleva a cabo una muestra de estas características”, señala Alberto Martos.Dentro de la exposición, dice, por primera vez se exhiben los restos de la Mujer de Najarón, que datan de hace más de 11 mil años y son considerados los más antiguos de América, además del cráneo de la Mujer de Palma –de 10 mil años–, cuando las comunidades que habitaban la zona eran recolectores y aún no formaban el pueblo maya. Sobre la fauna de la era pleistocénica que habitaba la zona, explica, se presentan un gonfoterio, especie de mamut, el dientes de sable –prestados por el Museo del Desierto de Coahuila–, un caballo y un tapir. El también curador de la exposición Alberto Martos señaló que una parte de los objetos de cultura maya datan del año 150 a.C. hasta la Conquista. “Tenemos platos, vasijas, incensarios, esculturas en estuco, así como piezas de ornato hechas de cobre, concha y pirita”. Del periodo colonial, añade, están algunas tinajas y, del siglo XIX, dos rifles que se usaron durante la Guerra de Castas, cuando algunos rebeldes mayas se escondieron en los cenotes. EL MUNDO RITUAL. Alberto Martos explica que la muestra conforma parte de la visión del mundo maya y sus ritos. “No sólo se presentan objetos del mundos material, sino también la significación que tenían con los dioses cada una de las piezas”. En los cenotes, con su ambiente oscuro, con agua y frío, el pueblo maya desarrolla el ambiente del momento de la creación, por ello arrojaban huesos humanos, especialmente de las dinastías, para que renacieran en otros planos, agrega. Actualmente, explica, los cenotes y cuevas siguen siendo centros de veneración y culto, con el agua como don principal. “Son espacios que se convierten en el paso del plano terrestre al inframundo, además de un medio para tener comunicación con las divinidades”. En lengua maya, ts’ono’ot o d’zonot significa caverna con depósito de agua. Conocido como cenote, es la puerta que conecta al inframundo –Xibalbá– o con las divinidades, además de ser el sitio donde arrojaban enseres simbólicos para obtener beneficios o se realizaba la máxima ofrenda: el sacrificio humano para los dioses. Se situaban al lado de templos donde se hacían rituales para favorecer la fertilidad o la lluvia. Finalmente, explica que la exposición esta dividida en cinco salas: Introducción, Cuevas y cenotes como ventanas paleontológicas, Cuevas y cenotes como ventanas arqueológicas, Cuevas y cenotes como ventanas históricas y Técnicas para el registro arqueológico en cuevas y cenotes, y es una narrativa de esta parte de la cultura maya.

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